Dícese la oración de Semana Santa:
“Os adoro mi Jesús,
Vos que siendo Dios
y muriendo por mí ".
-No mamacita, voy a salir con Manuel-.
-Ah, mija cuidense mucho. Has la oración que compramos el otro día en la basílica-.
-Sí mamacita, ya me tengo que ir-.
-Bueno que Dios los bendiga, adiós-.
-Manuel vámonos ya-.
¡Oh, Cruel muerte la vuestra!
Quisisteis quedarte en esta humilde forma.
Bendito Seáis mi Señor!
Eran las siete de la tarde, Manuel y María recorrían las calles de toda la Ciudad.
-Y si vamos a las "Cremas"-.
-Don Pedro salió a su pueblo-.
-¿Y "El canto Azteca"-.
-También cerrada-.
-Vale madres... tanto pinche rezo apendeja-.
-Espera... que tal "La puerta del Sol"-.
-Pues va, estaciónate ahí-.
Hermoso Corazón que me ama
a pesar de mi gran debilidad de hombre pecador.
¡Yo, Oh Jesús, siento en mi alma
arder el fuego de vuestro Amor.
Una o tal vez dos personas estaban reunidas allí. Un coronel, el cantinero y su esposa. Manuel y María eligieron el lugar más aislado: una esquina sin luz, ni ventilación, ni radio. Comenzaron con cerveza. A esto le siguió tequila y un "Matusalen".
-Salud María-. -Salud Manuel-.
Jesús, ¡Oh mi Amado y dulce Redentor!
Os amo ahora, y por siempre
os amaré igual.
El domingo terminó. Un viejo reloj de "La puerta del Sol" marcaba las tres de la mañana. Y Manuel y María reían, bailaban y tomaban. "La puerta del Sol" cerraba a las tres. Y con las últimas gotas de la felicidad Manuel y María brindaron por Dios.
Amen.