No puedo creer que lo hice.
No me importó lo estúpida que pareciera o la presencia de su hija,
lo hice, tenazmente me acerque,
tigre en celo,
y retoño andaluz,
me acerqué.
Me imagino algo roja,
algo mojada,
algo temblorosa,
algo gritona.
Me acerqué y nuestros dedos pulgares de tocaron,
entonces sentí sus venas,
sus huella,
y -¡su bella nariz escarlata!-,
que delicia su calor,
entonces lo miré (o al menos eso pensé),
entonces me miró y
luego lo demás...
Qué más puedo decir, lo hice.
Y hace no menos de una hora!