Se conocieron en la tarde, cuando ambas manecillas apuntaban al Sur. Acordaron verse en el menguante de la tarde, entre la cierva del ocaso. Mas ella llego y él no estaba.
Me despido con esto.
¡Qué putas sorpresas dan las putas!
Entró torpe y pesada,
empujo la puerta que no está.
Y mis ojos caen como enorme canicas,
que ruedan y llegan a ti.
Grito y mi boca huye a esconderse en mi estómago.
Ordeno irse a mi cerebro,
pero él flota en mi estómago.
Mis manos las alzo a ti,
la izquierda toma un arma,
la derecha una pluma,
y lo demás una manzana.
Todo el cuarto se inunda de mí;
de mis lágrimas que son dos chorros de sangre,
de mi sangre que son gotas de lodo.
Pero tú no te ahogas,
estas en ella.
empujo la puerta que no está.
Y mis ojos caen como enorme canicas,
que ruedan y llegan a ti.
Grito y mi boca huye a esconderse en mi estómago.
Ordeno irse a mi cerebro,
pero él flota en mi estómago.
Mis manos las alzo a ti,
la izquierda toma un arma,
la derecha una pluma,
y lo demás una manzana.
Todo el cuarto se inunda de mí;
de mis lágrimas que son dos chorros de sangre,
de mi sangre que son gotas de lodo.
Pero tú no te ahogas,
estas en ella.
El recuerdo de una flor

Hoy me encuentro como hace dos días, sólo que un poco diferente.
Estoy otra vez aquí en mi casa, sola, con un montón de llamadas pérdidas en el celular, plantas secas y un pez muerto que apesta la sala.
Es asombroso encontrar al tiempo plastificado en cada objeto, materializado en el aire. Sentirlo nuevamente absolviéndome, preguntándome hasta cuando, Nova.
Pero nada me quita la felicidad de mi viaje, aquel espontáneo arrebato de tomar el primer camión de la central, de elegir esa maldita voluntad, de tener libertad. Decisión de llevar sólo un sleeping bag, una lámpara y una tarjeta.
A pesar de que para mí sólo fuera un poco de aventura, un momento de caprichos y desplantes, algo más ocurrió. Todo estaba ya decidido; desde el número cabalístico del asiento, hasta los segundos que permanecí despierta en la madrugada o en momento en el que me perdí para encontrarme.
Eso es todo lo que desea escribir: un solo recuerdo, por que los demás son de otras flores.
Mis recuerdos. "Esctasy"

Todo empezó sin que me diera cuenta, de un beso a un soplido, de un adiós a un ladrido.
La gran multitud se transformó en un solo cuerpo de luz de neón.
Y comienza la música, reventando las paredes del corazón. Sofocando las gargantas de cristal, atrapándonos como moscas.
Mi mente cambia a gas natural, de mi espalda brotan alas y mi vientre expulsa agua. Me inflo en la sensación, no me muevo, dejo de respirar y el placer llega.
Inicia mi caída, entre risas y silencios. Mas otros pétalos son desgranados.
Todos somos ahora un gran cuerpo que fornica, ente sudor y alcohol. Siento cabello, siento uñas, siento prendas, huelo sexos, huelo alientos, huelo vidrio, siento besos, siento dureza, siento formas suaves. Todo es este maldito momento, que se evapora llevándome, lo siento en mí y me sofoca.
Un zumbido en mi cerebro anuncia algo: La noche terminó y yo también.
Estoy niña y señora.
Al entrar al vagón un hombre me dijo "buenas tardes señora". Y al bajar me otro hombre me dijo "muevete niña".
Confesiones II

Tú te enojas,
gritas y salivas mi rostro.
Te enojas casi siempre en la cama,
cuando nos vemos en silencio
y nos conocemos.
Te enojas y me reclamas,
te callas,
y un trozo de crudeza se hunde en tu garganta.
Me insultas tontamente,
me tomas por neurótica e infiel.
Hoy por ejemplo, te enojaste en la regadera,
sólo porque no me dejé tallar la espalda,
-es que lo haces fuerte, no eres sensible-.
Y sólo me empujaste contra la pared del baño.
Te enojas desde hace poco
y no sé por qué,
no me dejas saberlo.
Pero yo te soporto
y te calmo con besos,
con caricias,
con risitas.
Mas ya no quiero,
ya no te quiero.
Sólo te digo T. que hoy no te enojarás,
hoy no tendrás a quien culpar de tus fracasos,
de tus estúpidos errores,
del miserable sueldo.
Hoy no me verás,
no estaré en la regadera,
en las reuniones,
en el trabajo,
en la cocina,
ni en tu cama.
Ya no estaré nunca más.
Noticia 13:48.
12 horas. Despierto. Limpio mis ojos de sal seca. Recojo mi almohada del piso, mis sábanas tibias.
Corro al baño y orino. Enciendo el calentador, giro la llave y llueve. Mis plantas secas, mi cabello húmedo. Tallo mis brazos y espalda. Otra vez llueve en mí.
12:40. Seco cada poro, mis rizos los peino. Una huella de agua queda en el piso, el baño cálido vapor. Quito mi toalla y desnuda me miro.
Tomo mis prendas sucias y las respiro, las nuevas las rocío de brisas otoñales. Mi cabello a gotas marca mi pecho.
13 en punto. Abro mi ventana, tomo una manzana y la muerdo con fuerza. Me quedo viendo el trazo de un avión en el cielo. Entro a casa.
Corto pan, bebo, sorbo, mordida, trago, sorbo, masticar, asco. Estoy llena. Recojo todo y limpio.
13:40. Comienzo en mi recámara, alimento al pez. Levanto otra almohada, la sacudo. Las sábanas las extiendo, todo queda como anoche. Enciendo el radio.
13:48. La sábanas tibias ahora frías. En mí un doloroso estremecer.
Para ti, Carlos Monsiváis.
Corro al baño y orino. Enciendo el calentador, giro la llave y llueve. Mis plantas secas, mi cabello húmedo. Tallo mis brazos y espalda. Otra vez llueve en mí.
12:40. Seco cada poro, mis rizos los peino. Una huella de agua queda en el piso, el baño cálido vapor. Quito mi toalla y desnuda me miro.
Tomo mis prendas sucias y las respiro, las nuevas las rocío de brisas otoñales. Mi cabello a gotas marca mi pecho.
13 en punto. Abro mi ventana, tomo una manzana y la muerdo con fuerza. Me quedo viendo el trazo de un avión en el cielo. Entro a casa.
Corto pan, bebo, sorbo, mordida, trago, sorbo, masticar, asco. Estoy llena. Recojo todo y limpio.
13:40. Comienzo en mi recámara, alimento al pez. Levanto otra almohada, la sacudo. Las sábanas las extiendo, todo queda como anoche. Enciendo el radio.
13:48. La sábanas tibias ahora frías. En mí un doloroso estremecer.
Para ti, Carlos Monsiváis.
Muñeca rota

Todo se ha alejado de mí.
Se fue en la brisa infernal del amor.
La quise de mí, en mí.
Y como dos lobos nos matamos;
ella a besos y yo a golpes.
Miento si digo que la quise, la quiero.
La quiero y aun así no puedo quitar las briznas de estas manchas.
Su sangre mezclada con la esencia asesina se eleva al techo.
El humo y dos dagas, la llevan a mí.
Esta tarde quiero recordarla así,
bailarina descalza,
de besos rojos
y ojos acerina.
En mis brazos la tomo,
la arrullo
y muere.
Confesiones I

Elige mentir.
Elige no salir, quedarse días en casa, en el sótano. Mover pies en cocina y baño.
Elige mucha televisión, tener una mano en el control y otra hundida en la bragueta.
Elige ver pornografía, ver como el falo entrevenado, sale y entra, embistiendo carne y jugo.
Elige disfrutar del dolor, venirse entre olor a tocino, mirando el rostro ensangrentado.
Elige no dormir, durante; horas, días.
Elige no recordar.
Elige recordar a tu madre escupiendote.
Elige sentir las noches de llanto y odio.
Elige escaparse, huir en cualquier camión.
Elige matar, mirar el débil semblante rojo.
Elige olvidar.
Elige creer que no morirá.
Elige oír la verdad, sentado entre delirio y razón.
Elige esperar y no saber qué esperar.
Elige mentir.
Elige pensar en salir.
Elige creer en renacer.
Elige llorar.
Elige morir loco.
Elige morir solo.
Bombones de café
Sólo quiero recorte que esta mañana estuvimos juntos.
Quiero recordarte que entre el jardín no estábamos solos.
Quiero que tú recuerdes el saludo matinal.
Es entonces que salimos y compramos bombones sabor café.
Es cuando el viento con lluvia nos arrojó otra vez al interno jardín.
Quiero que recuerdes el último beso de bombón.
Y te hundas en el recuerdo de nuestro último sabor café.
Quiero recordarte que entre el jardín no estábamos solos.
Quiero que tú recuerdes el saludo matinal.
Es entonces que salimos y compramos bombones sabor café.
Es cuando el viento con lluvia nos arrojó otra vez al interno jardín.
Quiero que recuerdes el último beso de bombón.
Y te hundas en el recuerdo de nuestro último sabor café.
Eres esa canción

Eres como esa canción;
tonta, monótona y superficial.
Con música igual al anterior disco,
con las mismas sosas letras,
con la misma compañía,
pero diferente precio.
Eres esa canción que después de mucho tiempo de oírla harta,
cansa,
aborrece,
pero aún así es un éxito.
Eres esa canción que canta la mitad de las chicas de mi grupo,
la mitad de la ciudad y la mitad de mí.
Eres esa canción que me atrevo a murmurar en las noches y en el bus.
Eres esa canción que estoy gritando ahora mismo.
Para psicoanalizarme

Escoge una imagen, ponla en todo; mesa, baño, cama, techo, ventana, escritorio.
Has que la imagen sea sentida en todo el día, en cada momento. Cada día con diferente sabor. Has de tu casa la imagen, el tiempo quémalo.
Después escribe todo lo que se te ocurre al encontrártela. Escribe, detente y mírala; escribe y detente y mírala.
Si piensas que no puedes más que ya todo está dicho y que el raciocinio no sirve más, lee lo que has escrito. Lee en la noche, en el calor de un somnífero, en un sentido.
Finalmente reune todo, aprécialo y destrúyelo todo.
A Dios, María y Manuel

Dícese la oración de Semana Santa:
“Os adoro mi Jesús,
Vos que siendo Dios
y muriendo por mí ".
-No mamacita, voy a salir con Manuel-.
-Ah, mija cuidense mucho. Has la oración que compramos el otro día en la basílica-.
-Sí mamacita, ya me tengo que ir-.
-Bueno que Dios los bendiga, adiós-.
-Manuel vámonos ya-.
¡Oh, Cruel muerte la vuestra!
Quisisteis quedarte en esta humilde forma.
Bendito Seáis mi Señor!
Eran las siete de la tarde, Manuel y María recorrían las calles de toda la Ciudad.
-Y si vamos a las "Cremas"-.
-Don Pedro salió a su pueblo-.
-¿Y "El canto Azteca"-.
-También cerrada-.
-Vale madres... tanto pinche rezo apendeja-.
-Espera... que tal "La puerta del Sol"-.
-Pues va, estaciónate ahí-.
Hermoso Corazón que me ama
a pesar de mi gran debilidad de hombre pecador.
¡Yo, Oh Jesús, siento en mi alma
arder el fuego de vuestro Amor.
Vos que siendo Dios
y muriendo por mí ".
-No mamacita, voy a salir con Manuel-.
-Ah, mija cuidense mucho. Has la oración que compramos el otro día en la basílica-.
-Sí mamacita, ya me tengo que ir-.
-Bueno que Dios los bendiga, adiós-.
-Manuel vámonos ya-.
¡Oh, Cruel muerte la vuestra!
Quisisteis quedarte en esta humilde forma.
Bendito Seáis mi Señor!
Eran las siete de la tarde, Manuel y María recorrían las calles de toda la Ciudad.
-Y si vamos a las "Cremas"-.
-Don Pedro salió a su pueblo-.
-¿Y "El canto Azteca"-.
-También cerrada-.
-Vale madres... tanto pinche rezo apendeja-.
-Espera... que tal "La puerta del Sol"-.
-Pues va, estaciónate ahí-.
Hermoso Corazón que me ama
a pesar de mi gran debilidad de hombre pecador.
¡Yo, Oh Jesús, siento en mi alma
arder el fuego de vuestro Amor.
Una o tal vez dos personas estaban reunidas allí. Un coronel, el cantinero y su esposa. Manuel y María eligieron el lugar más aislado: una esquina sin luz, ni ventilación, ni radio. Comenzaron con cerveza. A esto le siguió tequila y un "Matusalen".
-Salud María-. -Salud Manuel-.
Jesús, ¡Oh mi Amado y dulce Redentor!
Os amo ahora, y por siempre
os amaré igual.
El domingo terminó. Un viejo reloj de "La puerta del Sol" marcaba las tres de la mañana. Y Manuel y María reían, bailaban y tomaban. "La puerta del Sol" cerraba a las tres. Y con las últimas gotas de la felicidad Manuel y María brindaron por Dios.
Amen.
¡Cómo duele que termine marzo!

Marzo es el mes del violín,
mes donde los témpanos de hielo corren en río.
Tu clara voz de luna ahora me tibia,
y las tintineantes lucecitas de noche revolotean cerca;
en la cama, en tu nariz, en tu ombligo.
Marzo peina los vientos que el frío polar trae,
los vientos de humo denso,
las palomas negras vuelan lejos, lejos...
Marzo se va,
lleva lirios y narcisos,
lleva aguamarinas,
lleva tu perfume que rociaba mi mañana,
lleva niebla de bosque
mes donde los témpanos de hielo corren en río.
Tu clara voz de luna ahora me tibia,
y las tintineantes lucecitas de noche revolotean cerca;
en la cama, en tu nariz, en tu ombligo.
Marzo peina los vientos que el frío polar trae,
los vientos de humo denso,
las palomas negras vuelan lejos, lejos...
Marzo se va,
lleva lirios y narcisos,
lleva aguamarinas,
lleva tu perfume que rociaba mi mañana,
lleva niebla de bosque
y el canto de una mariposa.
Marzo fue el mes en el que te conocí,
mes de pradera y de verdes lienzos,
mes que termina.
Y termina hoy como nuestro amor.
Y no sabes cómo duele que termine marzo.
Marzo fue el mes en el que te conocí,
mes de pradera y de verdes lienzos,
mes que termina.
Y termina hoy como nuestro amor.
Y no sabes cómo duele que termine marzo.
Te quiero
Me dicen que eres un capricho, amor de adolescente. Otra lágrima que morirá.
No, amor no eres, más mi vida te has llevado.
Me dicen que el tiempo lo cura todo, más el corazón harto de latir, se desgrana.
No fue Dios, no fui yo, ni tú.
Soy un loca, puta y seca.
Y tú un tonto pez.
Pero hoy te digo: te quiero,
te quiero y me lo callo.
No, amor no eres, más mi vida te has llevado.
Me dicen que el tiempo lo cura todo, más el corazón harto de latir, se desgrana.
No fue Dios, no fui yo, ni tú.
Soy un loca, puta y seca.
Y tú un tonto pez.
Pero hoy te digo: te quiero,
te quiero y me lo callo.
La llamada
Levanté el teléfono, el sonido auricular como eco. Marque casi sistemáticamente. Y esperé:
“La tercera es la vencida”। Sólo serán siete tiempos...
“La tercera es la vencida”। Sólo serán siete tiempos...
Uno...
La fotografía en un café. Era mi cumpleaños.
Dos...
El regalo.
Tres...
Tu esencia hipnotizante en mi mente.
Cuatro...
La canción con la que lloré tu partida.
Cinco...
“Su llama será transferida al buzón”
Seis...
La llamada.
Siete...
El llanto.
Noche eterna
En una noche eterna te miré en mi sueño,
clara, hermosa y blanca luz.
Entre el olmo y olivo te ví,
besé tu corteza,
te encontré.
Sal mujer de mi pupila,
duérmete entre mis sábanas,
no te pierdas más.
Anoche te sentí
pero no llegaste.
clara, hermosa y blanca luz.
Entre el olmo y olivo te ví,
besé tu corteza,
te encontré.
Sal mujer de mi pupila,
duérmete entre mis sábanas,
no te pierdas más.
Anoche te sentí
pero no llegaste.
El viaje
Dicen que el día de ayer mi amigo emprendió un largo viaje.
Sé que los poetas estamos acostumbrados a dilatadas travesías.
A veces las iniciamos desde nuestra mesa, desde la ventana, desde una página en blanco.
Nuestros viajes no son para descubrir o conquistar territorios; cuando logramos regresar, a menudo nos damos cuenta de que sólo pudimos comprender los territorios que son nuestros.
No lo hacemos tampoco porque deseemos estar en muchos lugares, salvo en ciertos sitios, en algunos instantes.
No podemos permanecer para siempre en la mujer que hemos amado, en el abrazo del sol y de las tierras que han sido también nuestra familia.
No podemos extender para siempre el brindis con los amigos fraternos y disertadores, que cantan y discuten hasta que despiertan el alba.
Tampoco viajamos para alcanzar el aliento de la poesía que nos guío:
sí para escuchar nuestro corazón, que no quiere entender.
Dicen que mi amigo ha emprendido un largo viaje.
Me imagino que se trata de una nueva jornada hacia la luz.
Una luz ahora lo recibe, lo comprende y le explica cómo somos.
Quizás, tras el túnel de luz que ha recorrido, lo recibe un aliento suave de aurora, acaso un velo gris de silencio, o tal vez un pequeño poblado que está de fiesta.
Me parece ver el pueblo en los valles de los Prealpes.
¿O será en lo alto de las cordilleras del Yang-Tse?
¿En aquella cadena de montañas, conocidas como las murallas de Chiang Tsun, donde termina pronto el verano y llegan los vientos fríos del norte, donde las águilas vuelan sobre las cumbres y su vuelo parece un dibujo, se asemeja a un pensamiento?
Quería regresar ahí, acaso.
O posiblemente estamos en la página en blanco de su viaje. Ahí levanta los brazos y nos llama, somos parte de esa fiesta que no termina, parte de ese largo viaje que a cada uno de nosotros nos sigue buscando, nos sigue recibiendo.
Lo distingo allá, a lo lejos.
Levanto la mano para saludarlo.
Pero sé que viaja entre nosotros.
Sé que los poetas estamos acostumbrados a dilatadas travesías.
A veces las iniciamos desde nuestra mesa, desde la ventana, desde una página en blanco.
Nuestros viajes no son para descubrir o conquistar territorios; cuando logramos regresar, a menudo nos damos cuenta de que sólo pudimos comprender los territorios que son nuestros.
No lo hacemos tampoco porque deseemos estar en muchos lugares, salvo en ciertos sitios, en algunos instantes.
No podemos permanecer para siempre en la mujer que hemos amado, en el abrazo del sol y de las tierras que han sido también nuestra familia.
No podemos extender para siempre el brindis con los amigos fraternos y disertadores, que cantan y discuten hasta que despiertan el alba.
Tampoco viajamos para alcanzar el aliento de la poesía que nos guío:
sí para escuchar nuestro corazón, que no quiere entender.
Dicen que mi amigo ha emprendido un largo viaje.
Me imagino que se trata de una nueva jornada hacia la luz.
Una luz ahora lo recibe, lo comprende y le explica cómo somos.
Quizás, tras el túnel de luz que ha recorrido, lo recibe un aliento suave de aurora, acaso un velo gris de silencio, o tal vez un pequeño poblado que está de fiesta.
Me parece ver el pueblo en los valles de los Prealpes.
¿O será en lo alto de las cordilleras del Yang-Tse?
¿En aquella cadena de montañas, conocidas como las murallas de Chiang Tsun, donde termina pronto el verano y llegan los vientos fríos del norte, donde las águilas vuelan sobre las cumbres y su vuelo parece un dibujo, se asemeja a un pensamiento?
Quería regresar ahí, acaso.
O posiblemente estamos en la página en blanco de su viaje. Ahí levanta los brazos y nos llama, somos parte de esa fiesta que no termina, parte de ese largo viaje que a cada uno de nosotros nos sigue buscando, nos sigue recibiendo.
Lo distingo allá, a lo lejos.
Levanto la mano para saludarlo.
Pero sé que viaja entre nosotros.
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