Entró torpe y pesada,
empujo la puerta que no está.
Y mis ojos caen como enorme canicas,
que ruedan y llegan a ti.
Grito y mi boca huye a esconderse en mi estómago.
Ordeno irse a mi cerebro,
pero él flota en mi estómago.
Mis manos las alzo a ti,
la izquierda toma un arma,
la derecha una pluma,
y lo demás una manzana.
Todo el cuarto se inunda de mí;
de mis lágrimas que son dos chorros de sangre,
de mi sangre que son gotas de lodo.
Pero tú no te ahogas,
estas en ella.
El recuerdo de una flor

Hoy me encuentro como hace dos días, sólo que un poco diferente.
Estoy otra vez aquí en mi casa, sola, con un montón de llamadas pérdidas en el celular, plantas secas y un pez muerto que apesta la sala.
Es asombroso encontrar al tiempo plastificado en cada objeto, materializado en el aire. Sentirlo nuevamente absolviéndome, preguntándome hasta cuando, Nova.
Pero nada me quita la felicidad de mi viaje, aquel espontáneo arrebato de tomar el primer camión de la central, de elegir esa maldita voluntad, de tener libertad. Decisión de llevar sólo un sleeping bag, una lámpara y una tarjeta.
A pesar de que para mí sólo fuera un poco de aventura, un momento de caprichos y desplantes, algo más ocurrió. Todo estaba ya decidido; desde el número cabalístico del asiento, hasta los segundos que permanecí despierta en la madrugada o en momento en el que me perdí para encontrarme.
Eso es todo lo que desea escribir: un solo recuerdo, por que los demás son de otras flores.
Mis recuerdos. "Esctasy"

Todo empezó sin que me diera cuenta, de un beso a un soplido, de un adiós a un ladrido.
La gran multitud se transformó en un solo cuerpo de luz de neón.
Y comienza la música, reventando las paredes del corazón. Sofocando las gargantas de cristal, atrapándonos como moscas.
Mi mente cambia a gas natural, de mi espalda brotan alas y mi vientre expulsa agua. Me inflo en la sensación, no me muevo, dejo de respirar y el placer llega.
Inicia mi caída, entre risas y silencios. Mas otros pétalos son desgranados.
Todos somos ahora un gran cuerpo que fornica, ente sudor y alcohol. Siento cabello, siento uñas, siento prendas, huelo sexos, huelo alientos, huelo vidrio, siento besos, siento dureza, siento formas suaves. Todo es este maldito momento, que se evapora llevándome, lo siento en mí y me sofoca.
Un zumbido en mi cerebro anuncia algo: La noche terminó y yo también.
Estoy niña y señora.
Al entrar al vagón un hombre me dijo "buenas tardes señora". Y al bajar me otro hombre me dijo "muevete niña".
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